miércoles, 31 de marzo de 2010

El gerente de Cubana de Aviación para España y Portugal, implicado en el “caso Acevedo”

Miguel Ángel Almaguer Pérez, que hasta el otro día era Gerente General de Cubana de Aviación para España y Portugal, se encuentra en prisión o retenido por las autoridades cubanas, que lo vinculan al escándalo de corrupción empresarial que provocó la destitución del general de división Rogelio Acevedo González como presidente del Instituto de Aeronáutica Civil de Cuba.
PD: Confirmado que el otro gerente, Ramón Valdivia, ya no está en la oficina de Cubana de Aviación en Montreal: todo parece indicar que también fue llamado a La Habana, y se desconoce su paradero. La razón que todo el mundo comenta en el mundillo de los aeroportuarios es “desvío de recursos”.
¿Qué estarán esperando los periodistas cubanos para hablar de este caso? ¿O los corresponsales extranjeros?

Publicado por Penultimos Dias 

lunes, 29 de marzo de 2010

Mitin de repudio a la policía en Cuba.



Publicado por El auditorio imbécil

Fariñas, grave (updated)

PD3: Europa Press: El embajador español en La Habana, Manuel Cacho, reitera personalmente la oferta del avión. Fariñas vuelve a negarse y dice que “sería una lástima que se gastara gasolina en eso”.
PD2: EFE: España ofrece un avión ambulancia. Fariñas dice que sólo aceptará si se le permite regresar.
Corrección:
La madre del opositor, Alicia Hernández, dijo a EFE que Fariñas habló hoy con el consejero político de la embajada de España en La Habana, Carlos Pérez-Desoy, a quien le explicó “que no iba a viajar para ser exiliado y que tampoco iba a ir para regresar”. El disidente pidió al gobierno español ofrecer el avión ambulancia a presos políticos enfermos.
PD: Lo último en Twitter:













Y Yoani Sánchez:








28.03.2010

ABC: Fariñas empeora gravemente como consecuencia de una infección.
26.03.2010
Guillermo Fariñas tiene el sistema digestivo al borde del colapso. Y fiebre a causa del estafilococo aureo.
En esta cuenta de Twitter se puede seguir su estado.

Publicado en Penúltimos Días

domingo, 28 de marzo de 2010

Siete medidas concretas para presionar al gobierno cubano y facilitar una transición en Cuba

—Lo decía hace unos días Bertrand de la Grange, uno de los periodistas que mejor conoce la realidad cubana: que la comunidad internacional castigue al sector privilegiado, la llamada nomenklatura, que controla los pocos recursos económicos de la isla. Que se les fiscalicen los negocios, a menudo ilegales, que tiene el castrismo en terceros países; que se prohíba la entrada en la Unión Europea y en EE UU de funcionarios señalados; que se examinen con atención los visados solicitados por personas asociadas al Ministerio del Interior y a las Fuerzas Armadas Revolucionarias.
—Que las embajadas de los países democráticos faciliten el acceso de los cubanos a Internet a través de conexiones wi-fi abiertas a todos los ciudadanos que deseen conectarse, reguladas simplemente por un límite de tiempo para cada internauta.
—Que el gobierno norteamericano elimine los obstáculos burocráticos a su programa de ayuda a la transición en Cuba y libere los fondos para los programas autorizados. Que se revisen las inversiones de programas caducos o de poca efectividad demostrada, como TV Martí. Que se nombre una comisión con integrantes de todo el espectro disidente, figuras prominentes de la oposición y organizaciones de la sociedad civil para decidir cuáles son los programas más urgentes.
—Que instituciones del mundo democrático promuevan las candidaturas de disidentes cubanos para premios de prestigio internacional.
—Que los gobiernos de Europa y Latinoamérica aconsejen a los empresarios interesados en invertir en Cuba que suscriban un pre-acuerdo comprometiéndose al respeto del derecho laboral internacional.
—Promover una resolución que condicione la presencia de Cuba en el Consejo de DD HH de la ONU a su respeto de la Declaración Internacional de DD HH y su firma del Pacto Internacional sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales y el Pacto Internacional sobre Derechos Civiles y Políticos.
—Que se exija la presencia en las cárceles y otras instituciones penitenciarias cubanas del relator de Naciones Unidas para la Tortura, así como de la Cruz Roja Internacional y representantes de Amnistía Internacional.

jueves, 11 de marzo de 2010

De las Damas de Blanco a Miguel Bosé

Sr. Miguel Bosé:

A propósito de sus declaraciones en una rueda de prensa, creemos que lo verdaderamente honrado es cuestionar las violaciones de los derechos humanos y la represión en cualquier lugar del mundo.

Somos familiares de presos políticos, cuyo único "delito" ha sido organizar partidos políticos y exigir democracia, de forma pacífica, y escribir en periódicos y ejercer la libertad de expresión. Cualquiera que intente encubrir lo que sucede en Cuba diciendo que "represión hay en todas partes del mundo", es, a nuestros ojos, un insensible. Y un burdo intento de justificar al régimen cubano.

De tanto maquillar el lenguaje, a veces se cae en el ridículo. Así entendemos la comparación entre la censura a una exposición fotográfica en España, condenable, como toda censura, y la represión contra la oposición pacífica en Cuba, en la cual ha habido miles de muertos de en estos 51 años. Hay que ser indolente para mezclar fotos censuradas con seres humanos que sufren tortura física y psicológica, sólo dos semanas después de la muerte del preso político Orlando Zapata Tamayo y en medio de la huelga de hambre y sed del periodista Guillermo Fariñas.

Usted quiere parecer parcial y equilibrado, pero no duda en tomar partido por la dictadura cubana, cuando habla de "torturas" sólo para referirse al embargo de Estados Unidos, y se olvida de condenar los maltratos físicos que sufren los presos en las cárceles de Cuba.

Usted también dice que no sabe si es verdad o mentira lo que se afirma sobre la represión en Cuba. El 20 de septiembre de 2009, durante su concierto en La Habana, perdió una magnífica oportunidad de enterarse, de primera mano. Sólo habría bastado un breve acercamiento con los diferentes sectores de la sociedad cubana.

Señor Bosé. Usted ha sido un gran músico, pero deje de mirarse el ombligo. El concierto del 20 de septiembre fue importante y bueno para el pueblo, pero ahí ha quedado. Los problemas del pueblo cubano son muy graves y merecen mayor atención de la comunidad intelectual internacional. Los Récords Guinnes y los egos personales son interesantes, pero en nada ayudan.

Tenemos 200 presos políticos. Cientos de presos por "peligrosidad pre-delictiva", es decir, que no han cometido delitos pero el gobierno cree que pueden cometerlo, y por eso los encierra. Tenemos una veintena de ellos en grave estado de salud en las cárceles cubanas. Tenemos un gobierno que no ha cumplido ni una sola de sus promesas económicas, y la situación se agrava. Somos 11 millones de cubanos presos en una isla. Como usted comprenderá, nuestros problemas son enormes. Pero ya sabemos que con usted no podemos contar.

Respetuosamente

Damas de Blanco, Cuba

martes, 9 de marzo de 2010

La escasez como represión

En un proceso que tiene como única razón de existencia el perpetuar en el poder a un reducido grupo, el mecanismo de represión invade todas las esferas de la forma más descarnada, y sin tener que detenerse en los tapujos de supuestos objetivos sociales, que en el proceso cubano desaparecieron o pasaron a un segundo o tercer plano hace ya largo tiempo. En una ocasión, Fidel Castro le afirmó a un oficial de alto rango de la seguridad del Estado cubana que la conducta del gobierno chino en la plaza de Tiananmen demostraba que no sabía cómo reprimir al pueblo de forma adecuada, y por lo tanto éste se había visto forzado a la "dolorosa y poco placentera'' tarea de "eliminar'' a miles de sus ciudadanos. La dictadura militar de los hermanos Castro no ha escatimado recursos en una maquinaria represiva eficaz, silenciosa y omnipresente.

Pero no ha sido suficiente. En ocasiones la situación escapa de control y hay que recurrir a medios más burdos. Entonces el mecanismo de terror delega la ejecución de la represión en turbas, e incluso en ocasiones en grupos que hasta cierto punto podrían catalogarse de paramilitares. No son las autoridades, sino el propio ``pueblo'', quien responde a las ``provocaciones''. La justificación de la violencia es la ira revolucionaria. Los actos de repudio, las Brigadas de Respuesta Rápida y el hundimiento del transbordador 13 de Marzo por un grupo de ``trabajadores que actuaron en defensa de sus intereses'', para citar uno de los ejemplos más conocidos, responden al mismo patrón represivo, cruel e hipócrita. Sin embargo, esta situación de ``violencia revolucionaria'' no puede ser mantenida de forma permanente en su versión más cruda, y el régimen lo sabe. Por ello dosifica una tensión diaria con esporádicos estallidos --a veces provocados por la misma Plaza de la Revolución y en otras como respuesta a los acontecimientos que considera tienen cierta potencialidad para poner en peligro su supervivencia-- de saña y algarabía.

En este sentido, uno de los aliados que por décadas ha empleado el gobierno cubano es la escasez. La falta desde alimentos hasta una vivienda o un automóvil ha sido utilizada, tanto para alimentar la envidia y el resentimiento, como en ocupar buena parte de la vida cotidiana de los cubanos. En tal situación, la corrupción y el delito han reinado durante cincuenta años de proceso revolucionario. La escasez actúa a la vez como fuerza motivadora para el delito y camisa de fuerza que impide el desarrollo de otras actividades. No se trata de justificar lo mal hecho, sino de aclarar sus circunstancias. En resumidas cuentas, un análisis marxista de la crisis económica permanente que existe en la isla no debe excluir al mercado negro, la corrupción y el delito como importantes fuerzas de un mercado informal pero poderoso. De ahí que resulte apropiado hablar de dos fuerzas opositoras frente al gobierno cubano.

Hay otra disidencia en la isla. No son hombres y mujeres valientes que desafían el poder, porque forman parte del mismo. No gritan verdades, ya que se ocultan en la mentira. Ni siquiera se mueven en las sombras. Habitan en el engaño. Son los miles de funcionarios menores --y algunos no tan menores-- que desde hace años desean un cambio, pero al mismo tiempo no hacen nada por conseguirlo. No por ello dejan de realizar una labor de zapa, por supuesto que para beneficio personal, que perjudica al gobierno. No hay que olvidar que el régimen siempre ha usado a su conveniencia la distinción entre delito común y delito político. En una época todos los presos comunes estaban en la cárcel por ser contrarrevolucionarios, porque matar una gallina era una actividad contraria a la seguridad del país. Muchas veces también a los opositores se les ha acusado de vagos y delincuentes.

El último ejemplo en este sentido ha sido Orlando Zapata, un preso de conciencia que murió tras una huelga de hambre para protestar por los abusos en la cárcel. La escasez también ha sido usada para incrementar la delación y la desconfianza, a partir de la ausencia de un futuro en la población manipulada como el medio ideal para alimentar la fatalidad, el cruzarse de brazos y la espera ante lo inevitable. Mediante las detenciones de disidentes, más o menos breves y a lo largo de toda la isla, cada vez que se produce o se anuncia una actividad opositora pacífica, el gobierno de los hermanos Castro no sólo intenta sembrar el miedo, sino también el desaliento. Los argumentos son gastados, los recursos son viejos, pero la vida es una sola. Hay que agregar además que al régimen no le basta con castigar a los independientes, quiere matar su ejemplo, enfangar su prestigio.

Con su vida fundamentada sobre el principio de la escasez, tanto económica como psicológica, tras el primero de enero de 1959 el cubano vive presa de la corrupción, que detesta y practica con igual fuerza. Desde los primeros fusilamientos hasta la Causa No. 1, es justificación y escape, motivo de envidia y rencor. El régimen de La Habana ha logrado como ningún otro gobierno anterior explotar la dicotomía de la falta de lo necesario para sobrevivir, y la corrupción actuando de respuesta para conseguirlo, como instrumentos represivos.

Publicado por Cuaderno de Cuba
 
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